Bien en el Risco Chico, bien en el Risco Grande, bien en el Tercer Risco, bien en espacios intermedios, la Montaña Sagrada de Santa Cruz nos agasaja con un abundante e imponente megalitismo: menhir, pseudodolmen, trilitos, antropomorfos, zoomorfos… todo un espectáculo para los sentidos.
Sierra
Sierra


Al subir a la Sierra, a la Montaña Sagrada, no nos son ajenas las imponentes moles de piedra que nos acompañan en nuestro ascenso. Estos grandes litos, otrora radiantes de significado (funerario, astronómico, culto, iniciación, protección…) y hoy fusionados con el paisaje que con sus toscas formas son mudos testigos de lo que antaño representaron, fueron descritos por Mario Roso de Luna, quien a principios del siglo XX ya hablaba de esa cultura megalítica en la Sierra de Santa Cruz, donde destacaba grandes piedras que no estaban ubicadas de forma natural sino que veía clara la intervención de la mano del hombre, a juzgar por la disposición que presentaban y que, hoy día, podemos afortunadamente presenciar.
Actualmente hay otros investigadores que hablan de la denominada Civilización Madre, a la que pertenecerían aquellos pretéritos habitantes de la Tierra que terminaron su ciclo allá por el Neolítico y que fueron los que moldearían las inmensas moles rocosas que hoy interpretamos como megalitos, antropomorfos, zoomorfos y demás expresiones relacionadas, y que la versión oficial considera como fruto de la erosión de los elementos a lo largo de los milenios.
Figuras antropomorfas y zoomorfas en piedra, grandes monolitos calzados para mantener su equilibrio, trilitos o moles pétreas orientadas a los astros en función del movimiento de nuestro planeta, son algunos de los ejemplos que se esgrimen a la hora de defender la tesis de la intervención humana frente al trabajo de la erosión casual de la roca.
Antes de llegar al Risco Chico ya nos encontramos con el Cancho de la Misa, un antiguo altar prehistórico. Y si elevamos la vista a la cima veremos una especie de pseudocrómlech que corona el Risco Chico, así como un trilito en su planicie. En el sendero que une los dos Riscos destaca un menhir de factura plana y trabajado por el Humano, además de zoomorfos con cabezas situadas en pareja. En el Risco Grande también contamos con las grandes moles de su cima que, según muchos investigadores, denotan haber sido reordenadas por la mano del Humano.
Pero será más allá del Pico de San Gregorio, en la senda que hacia sur se dirige al Tercer Risco donde encontremos las más ricas manifestaciones: un trilito y un pseudodolmen descritos y fotografiados en 1916 por el reputado arqueólogo José Ramón Mélida. Y más adelante una pareidolia que muestra claramente la cabeza de una tortuga, un juego para los sentidos una vez inmersos en el paisaje sagrado y mágico de esta Montaña.
Y ya en el Tercer Risco, nos encontramos con el Santuario donde se dejan ver las cabezas de piedra (antropomorfos), siendo uno de ellos el denominado Sansón del Puerto (enorme mole de piedra con forma de cuerpo con cabeza), así como trilitos y piedras caballeras en difícil equilibrio. Y descendiendo hacia Puerto de Santa Cruz, se nos aparece el Sabio Pensante, enorme figura que aparenta un sabio en actitud meditativa o pensante.
Piedras colosales que encandilan nuestra imaginación y se muestran como seña de identidad de aquellos primeros pobladores que habitaron esta Montaña Sagrada.