Este mágico lugar, fue destino de los restos funerarios de la población a partir de 1836, fecha en que se creó el hoy denominado Cementerio Viejo.
En origen, esta elevación estuvo coronada por la Ermita de San Juan, con un crucero de piedra en su proximidad. Con el paso del tiempo, el Camposanto acabó engullendo a ermita y crucero, estampa que podemos ver hoy en día como un conjunto indisociable y sacro.