Camposanto/Ermita de San Juan

Este mágico lugar, fue destino de los restos funerarios de la población a partir de 1836, fecha en que se creó el hoy denominado Cementerio Viejo.

En origen, esta elevación estuvo coronada por la Ermita de San Juan, con un crucero de piedra en su proximidad. Con el paso del tiempo, el Camposanto acabó engullendo a ermita y crucero, estampa que podemos ver hoy en día como un conjunto indisociable y sacro.

CULTO
Ermita
Camino San Juan
Todos los días
9:00 – noche

Al cementerio se le llama Camposanto porque, al igual que los templos, los cementerios han sido consagrados a Dios, no pudiéndose llevar a cabo en ellos actos que sean contrarios a la moral, porque sería considerado una profanación. El Camposanto que podemos ver data de 1836, fecha en que se construyó por necesidad de liberar los terrenos anejos a la iglesia parroquial, que hacían de cementerio hasta esa fecha.

Ese recinto sagrado ocupó los terrenos de la antigua Ermita de San Juan (del siglo XVI-XVII) quedando esta dentro, al igual que ocurrió con el crucero de piedra que se encuentra en su proximidad. Si lo visitamos hoy, veremos que en la cabecera del Camposanto quedan los restos del ábside, con la techumbre (reformada) y la hornacina que en tiempos albergara la imagen de San Juan.

El crucero de piedra, que se preserva, cuenta con la imagen del Crucificado en su cara sur, además de inscripciones de un posible alarife. Su base la compone un contrapeso de prensa olearia romana reutilizado para tal fin.

En la portada del Camposanto aparece la fecha de construcción sobre un dintel de piedra, además de una curiosa frase muy apropiada para el lugar. Todo ello coronado con una cruz de piedra, que enmarca la entrada a un enigmático lugar entre cuyas paredes han ocurrido hechos mediáticos y misteriosos presentes todavía en la memoria de los lugareños, como ser el lugar de descanso eterno de María Pacheco Broncano, vilmente asesinada por su padre y su tía en 1856, conociéndose desde entonces tan dramático y atroz acontecimiento como «Crimen de la Pacheca». Su joven cuerpo debe descansar actualmente en una olvidada tumba excavada en el suelo en la parte más profunda del Cementerio Viejo, próxima al ábside de lo que fuera la Ermita de San Juan, ya que al morir ese Camposanto solo contaba con poco más de 20 años de funcionamiento, y puesto que su ampliación fue posterior, la ubicación de esa tumba debe estar en la parte más elevada del mismo (la zona más antigua).

O el misterioso descubrimiento de cuerpos momificados (cuerpos incorruptos) en nichos gracias a las energías del lugar (concretamente en la zona situada bajo el ábside), así como psicofonías propias de espíritus del Más Allá. Sin duda, sucesos que quedan grabados en el sentir del paisanaje de estos lares.

La antigua devoción por San Juan Bautista y la ubicación de la ermita dan lugar al nombre del espacio montaraz y serreño al que se accede por esta calle: San Juan el Alto, que alberga un interesantísimo Complejo Arqueológico prerromano.