De Altar prehistórico a Lugar de Encuentro
Un Altar Prehistórico, una mole de piedra granítica de consolidada identidad paisajística, un punto de encuentro para senderistas.
Como coloso pétreo no puede faltar en estas páginas el famoso Cancho de la Misa, importante icono de la Montaña Sagrada, gran mole que sin duda no pasó desapercibida para los primeros pobladores de la Civilización Madre, esas vetustas poblaciones que trabajaban con lo grandioso, con lo mágico, con la grandiosidad de los megalitos.
Con el transcurrir del tiempo habría sido reutilizado por los pobladores prerromanos de la Edad de los Metales, buscando la relevancia que la seducción existente en este lugar otorgaría a esa masa pétrea, ese farallón rocoso, para ser utilizada como Santuario: se sabe desde hace décadas que en su momento fue un altar prehistórico porque se encontraron una bandeja con copas de la cultura argárica, a modo de ajuar, y que es una peña sacra utilizada hace más de 2000 años por los habitantes del castro prerromano del Risco Chico. No en vano, esta roca gigante que jalona la subida a la Sierra es una de las más conocidas por los visitantes y por los investigadores, no sólo por lo majestuoso de su porte sino porque crea un espacio mágico que hace que los senderistas no puedan pasar de largo sin detenerse a descansar o tomar un refrigerio a sus pies.
Y desde aquí, el recorrido que hay desde este Santuario hasta la puerta de entrada al castro ( a unos metros más arriba según se asciende por la Antigua Calzada) podemos denominarlo Camino Iniciático, que a buen seguro recorrerían en la época prerromana los guerreros en ciernes, amparados por los sacerdotes del momento, para proceder a la metamorfosis que todo varón debía hacer una vez en su vida. Los ritos de iniciación en este santuario, separado del castro, se llevarían a cabo preferentemente en noches de luna llena, en un ambiente de figuras tambaleantes y sombras, de inseguridad y misterio, vigilados por enormes rocas que custodiaban el oficio, y dirigidos por los sacerdotes que imbuían a los neófitos en la profundidad de su ser y de la noche, con el anhelo de cambiar sus esencias pueriles para siempre y hacer renacer el espíritu guerrero que les acompañaría para el resto de sus días.
Su actual nombre deriva, al parecer, de que era utilizado por las tropas musulmanas que desde África acompañaban al Frente Nacional a principios de la Guerra Civil Española, para hacer sus oraciones; es decir, su «misa».
Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia mientras navega por el sitio web. De estas, las cookies que se clasifican como necesarias se almacenan en su navegador, ya que son esenciales para el funcionamiento de las funcionalidades básicas del sitio web. También utilizamos cookies de terceros que nos ayudan a analizar y comprender cómo utiliza este sitio web. Estas cookies se almacenarán en su navegador solo con su consentimiento. También tiene la opción de rechazar estas cookies. Pero la exclusión voluntaria de algunas de estas cookies puede afectar su experiencia de navegación.