Poco queda ya de esta casa señorial. En la parte alta de lo que fuera la fachada principal, destaca la mitad inferior del escudo nobiliario de la familia, sobre un dintel con una inscripción característica dejada por tan antiguos y nobles inquilinos.
CASA
PALACIO

Poco queda ya de la grandeza de esta antigua Casa-Palacio en la calle José Zorrilla, destacándose únicamente el escudo de los Señores de Monroy. Actualmente solo podemos ver la mitad inferior de su escudo de armas, pues el resto ha desaparecido.
También contaba esta fachada antiguamente con dos figuras toscas de peregrinos y que, actualmente, se encuentran flanqueando la puerta de una casa, en la calle Miguel de Cervantes, 6; así como unas calabazas que han corrido igual suerte. Estas figuras representaban el viaje que los dos hermanos hicieron a Roma, para que el Santo Padre les absolviera de los pecados cometidos dada la vida licenciosa y de fastos que llevaban
Pero lo que destaca es la inscripción de su dintel, que nos lleva a la leyenda que figura en el frontispicio de la puerta de esta Casa-Palacio: SV HAZIENDA NADIE DEXE·EN MVGER QVE NO ES/RAZON·POR DEXARLA SE PERDIERON ESTOS·Q/SEÑORES FVERON DE BELVIS Y DE MONROI. Hace alusión a que estos hermanos peregrinaron a Roma a expiar sus culpas frente al Santo Padre por la vida disoluta que habían llevado y que, al volver, sus esposas habían dilapidado su fortuna. No obstante, una segunda teoría apunta a que en la Guerra de Sucesión (1701-1713) entre los aspirantes al trono de España, Felipe de Borbón frente al Archiduque Carlos de Austria, estos Señores de Monroy estuvieron del lado del Archiduque, y al resultar ganador Felipe V y despojar de sus posesiones a los rivales, antes de ser tildados de desleales o traidores al poder vencedor, prefirieron decir que habían sido sus esposas las causantes de tal desatino.
También es curiosa la mezuzáh judía que aparece tapada en la jamba derecha de la puerta principal, que alude a que esta casa fue propiedad de un hacendado judío y que, con el paso del tiempo, el Decreto de Conversión y el trabajo de la Santa Inquisición, llegó a manos de unos potentados nobles cristianos que terminaron por perderla así como toda su hacienda.