Cada 13 de septiembre al caer la oscuridad, la noche anterior a la celebración del Día de la Exaltación de la Cruz (Día del Cristo), brota en Santa Cruz un misterioso ritual de origen pagano, arcano y embriagador, que llena de luz, magia y misterio la Plaza Mayor y sus aledaños. Es la Noche de los Chozos!
Culto
Misterio

Este ancestral rito pagano se conoce en el pueblo como Quema de los Chozos, celebrándose la noche anterior al Día del Cristo a modo de extraña fusión con la festividad cristiana del día siguiente, ya que el 14 de septiembre también es el Día del Cristo en Santa Cruz, profesándose adoración al Santísimo Cristo del Perdón (que es el Patrono más antiguo que tiene el pueblo), porque San Agustín y Santa Rita pasaron a ser Patronos de la localidad una vez producida la exclaustración del Convento en 1835, pues eran dos santos pertenecientes al antiguo cenobio de los Frailes Agustinos Recoletos.
Una vez estos frailes abandonaron el Convento, las imágenes que allí eran veneradas fueron traídas a la Iglesia de la Vera Cruz, y las dos citadas fueron elevadas a la categoría de Santos Patronos, pero sin olvidar al que ya había, y que aún hoy sigue siendo (aunque mucha gente no lo sepa): el Santísimo Cristo del Perdón.
En este sentido, nuestro pueblo desarrolla una práctica ancestral con el fuego como protagonista, sello claramente vinculado al mundo prerromano e indudablemente pagano, que al unirlo a la Festividad de la Cruz está fusionando culturas aparentemente dispares entre sí, pero que han venido entrelazándose desde tiempos remotos. El fuego se utiliza como elemento purificador, elemento que permite transmutar alquímicamente la materia en energía por favorecer el cambio de lo superfluo a lo sutil. No debe extrañarnos, por tanto, que se mantenga este rito de origen pagano en una fiesta cristiana como la citada, y que al realizarse la noche anterior a la festividad cristiana está allanando simbólicamente el terreno para que esa festividad se inicie de forma limpia, pura y renovada.
El momento temporal próximo al equinoccio de otoño, la terminación del verano y el progresivo avance de la oscuridad favorecen el culto al fuego, a la luz, como símbolos protectores ante los demonios, los misterios, la oscuridad; y en esa forma de dar luz no podía faltar ese ariete crístico, ese faro director que para los cristianos supone la Vera Cruz, que iniciará en esas fechas su incansable combate con las sombras hasta culminar con la llegada del solsticio de invierno, cuando el Sol Invictus renazca con fuerza para expulsar las tinieblas, todo ello simbolizado en la fiesta cristiana de la Navidad. Indudablemente, la alianza del Cristianismo y el Paganismo siguen acompañándonos en un tándem claramente funcional.
Además, en esos rituales santacruceños de la festividad de los días 13 y 14 de septiembre, vemos que se produce una verdadera fusión armónica entre la simbología pagana y la cristiana, pues las hogueras no arden en cualquier momento, sino que se espera a que llegue la Cruz para prenderlas (la procesión va pasando por cada una de las hogueras, que se encienden a medida que la Cruz se acerca, buscándose así la purificación máxima en presencia de la misma); y de igual manera, la Cruz detiene su avance unos momentos una vez rebasada la hoguera, que son los necesarios para que el chozo ardiendo alcance su culmen, caiga derrotado y entonces, y solo entonces, la Cruz sigue su periplo. Es una clara simbiosis de simbolismos religiosos, en los que se alude a un aparente triunfo de la Cruz (ya que es testigo de la destrucción del chozo, de la disminución de las llamas, de la aniquilación del fuego, del destierro del Paganismo), pero curiosamente lo que ha pervivido en el ánimo y el recuerdo popular de esta festividad es el rito que el Cristianismo no ha podido excluir, que es precisamente la Quema de los Chozos, más que el contenido religioso de la Santa Vera Cruz.
Y en línea con el fuego purificador de la Inquisición, decir que en Santa Cruz ocurre, además, una cosa muy curiosa: de los 3 chozos que se disponen para ser encendidos a la vez que la procesión del Cristo pasa a su lado, en el segundo en ser encendido (el de la Plazuela de la Independencia) se tiene la costumbre de colocar un muñeco de paja vestido con ropas de adulto, que nos recuerda a la famosa figura del pelele; ese muñeco que la Inquisición arrojaba a la hoguera en sustitución del reo cuando las circunstancias así lo exigían
Se dispone un chozo en la Plaza Mayor, otro en la Plazuela de Ramón y Cajal y, un tercero, en la Plazuela de la Independencia (son plazuelas anejas a la Plaza Mayor). Se van quemando conforme la procesión del Cristo va pasando al lado de ellos, no en imagen sino simbolizado en una gran cruz de madera (no en vano es el Día de la Exaltación de la Cruz), dejándose el de la Plaza Mayor para ser quemado en último lugar.