Tras una teatral e inmensa cortina nos espera Lourdes Murillo. Cede el paso a los visitantes, y mientras los ojos se van acostumbrando a la semioscuridad, ella ejerce de guía en un recorrido que nos lleva por las raíces de esta artista, que se define como pintora, hija y nieta de ganaderos, de los que aprendió el sentido de la austeridad, una austeridad que refleja en su obra, de una belleza minimalista e impactante a la vez. La propuesta es magnífica, el espacio maravilloso. San Joaquín, El templo del agua es el nombre de la muestra, que estará abierta hasta el 29 de mayo.